Decirse adiós
«En ese preciso momento de solidaridad y cariño, las máquinas de control cardiorrespiratorio y el flujo del suero fisiológico en los tubos de los goteros imitaban a las alondras, las culebras, el viento entre las ramas, los ciervos abrevando…Había empezado a nevar con un ímpetu solemne, como sucede en los poemas árticos. Estaba claro que era preciso aprender lo antes posible a decirse adiós.»
Tras una tensa cena familiar en una trattoria a las afueras de Bolzano, el pequeño Michele Ludovisi desaparece en medio del bosque. Es el cura don Giuseppe, de la vecina parroquia de San Romedio, quien da la voz de alarma a la policía. Un caso verdaderamente rocambolesco para el comisario Sergio Striggio, que llega justo en su peor momento personal: su padre Pietro, un hombre áspero y difícil, acaba de llegar de Bolonia con una triste noticia, y la relación con su novio Leo parece desmoronarse al ritmo de Björk y de los poemas de Pasolini.
Un brillante noir invernal e intimista sobre las infancias heridas, la torpeza sentimental y la importancia, ante todo, de saber despedirse de los seres queridos.
(Copiado de La casa del libro)
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