Nada crece a la luz de la luna

Esta fascinante novela comienza de un modo tan sugerente como misterioso: en la estación de tren de una gran ciudad, un paseante, casi un voyeur, descubre a una mujer todavía joven que deambula solitaria ya de noche. La mujer sigue al hombre hasta la casa de éste, y allí le ofrece o su cuerpo o su historia, como en los cuentos del lejano Oriente. El hombre elige conocer la vida de la mujer.

Así, a lo largo de una noche sabremos quién fue ella, quién fue aquel profesor y amante al que veneró de jovencita, cuáles fueron sus deseos y sus esperanzas, sus ansias y sus frustraciones, cuál fue su amor tormentoso y clandestino. Café, alcohol y cigarrillos, los ruidos de la noche, unos pasos en el piso de arriba, un portazo que se oye en casa de algún vecino, un tranvía que frena al final de la calle… son los elementos que se acompasan con la voz de la desconocida. Pasan las horas, y la voz de la mujer, como un susurro a veces ingenuo, a veces desgarrador, entrega al hombre (pero en realidad a los lectores) su íntimo caudal de recuerdos, liberando así un apasionante relato que llevaba demasiado tiempo escondido.

Publicada por primera vez en Noruega en 1947, Nada crece a la luz de la luna es uno de los grandes clásicos modernos nórdicos, leído por las distintas generaciones desde entonces, e incluso convertido en obra de teatro y película décadas después de su publicación. Es, seguramente, la novela idónea para presentar a los lectores en español la obra de esta autora clave, Torborg Nedreaas: maestra en atmósferas tan dramáticas como sensoriales y llenas de matices, muy crítica con las desigualdades sociales a la vez que atenta a la prodigiosa naturaleza de Noruega.

(Copiado de Errata naturae)


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